Soy madre de tres niñas y he pasado los últimos veinte años criándolas. Mi hija del medio tiene un trastorno genético poco común y, cuando tenía un año, me dijeron que tal vez no viviría más allá de los ocho años. He pasado los últimos veinte años atravesando situaciones increíblemente difíciles con ella y sus hermanas, y en ese proceso hemos aprendido que mantener los pies sobre la tierra, mantener una actitud positiva, cuidarnos a nosotras mismas y nutrir nuestro cuerpo y nuestra alma es la clave para sobrevivir.

Un día, mientras estaba sentada en mi jardín, un nombre me vino a la cabeza de la nada: “Quinta Esencia”. Soy una persona profundamente espiritual y también muy conectada con los aromas y el lugar al que me llevan. Aprendí que el sistema olfativo (nuestro sentido del olfato) tiene una conexión más fuerte con el hipocampo que cualquier otro sistema sensorial (el oído, la vista y el tacto), por eso los aromas desencadenan esos recuerdos y emociones. Quería que los aceites evocaran emociones de paz, calma y serenidad. Me inscribí en clases de aromaterapia y pronto comencé a investigar dónde podía conseguir aceites naturales puros y sin adulterar. Como todas las demás experiencias de mi vida personal, la creación de Quinta Esencia ha sido un viaje.

Según la ciencia medieval, la quintaesencia (o éter) es el material que llena la región del universo más allá de la esfera terrestre. No se me ocurre una mejor referencia para plasmar la visión que tengo de estos productos.

Con amor, de mi corazón y alma al tuyo,